Características

  • Defensor nato

    Más que ningún otro héroe de Santuario, un cruzado está hecho para mantenerse impertérrito frente a ataques interminables. Los cruzados protegen a los aliados (y avivan su propia ira) obligando a los enemigos a enfrentarse a ellos en combate. Si son rodeados, se vuelven aún más difíciles de matar, sanando sus heridas, bloqueando los ataques y reflejando el daño hacia los enemigos que rompen sus férreas defensas.
  • Furia de los Cielos

    Los mismísimos cielos castigan a los enemigos de un cruzado. La cólera de un cruzado destruye a los esbirros de los Infiernos Abrasadores desde lejos, atacándolos con rayos, envolviéndolos en llamas purificadoras o ejecutándolos con armas celestiales invocadas.
  • Leyes

    Los cruzados rebosan un valor y una dedicación que reafirman la realidad misma que defienden. Cuando los cruzados proclaman una ley, son facultados con breves ráfagas de energía, y también con ayudas de larga duración —como ataques rápidos, resistencia a los elementos o sanación acelerada— que duran lo que aguante el cruzado.
  • Inevitable

    Es normal que el mal huya del poder del cruzado. Normal, pero inútil. Con sus corceles invocados, sus ataques con saltos y su forma de entrar en combate a la carga, los cruzados persiguen a sus enemigos de un modo implacable. Pueden cegar o inmovilizar fácilmente a sus adversarios, asegurándose de que les resulte imposible escapar a la justicia.

Recurso: Cólera

Los cruzados dominan los campos de batalla con su pura determinación. El apoyo de la Luz celestial y la santidad de su misión alimentan la cólera de los castigadores ataques de un cruzado.

Cuando los cruzados se preparan para el combate, su cólera hierve a fuego lento, aumentando sin prisa pero sin pausa. Cuando rebanan a sus enemigos, se desborda. Un cruzado repleto de cólera es sin duda un adversario temible: dotado de una piel de hierro, envuelto en llamas flageladoras, despedazando a sus contrincantes con radiantes rayos de luz y volviendo a la vida tras la derrota.

Los cruzados más hábiles encuentran otras formas de espolear su cólera más allá de despachar a los enemigos. Sus muchas habilidades les permiten recuperar recursos gastados mediante el bloqueo de ataques, al sufrir heridas graves o al ser rodeados por rugientes demonios.

Los cruzados son campeones indomables de la fe y la ley. Estas fortalezas vivientes usan corazas impenetrables y monumentales escudos para abrirse paso entre una multitud de enemigos, dejando a su paso un rastro humeante de cadáveres demoníacos.

Las batallas son implacables, pero los cruzados se lanzan a ellas sin dudarlo, sirviéndose de su magia sagrada y su fuerte armadura para conseguir la victoria. Un cruzado bien entrenado es experto en desviar totalmente los ataques, zafándose a menudo de golpes terribles que abatirían a un combatiente de menor aptitud. Si es necesario, pueden sacrificar velocidad y movilidad a cambio de pura fuerza bruta.

Sus mayales tritura-huesos y sus imponentes escudos son perfectos para el cuerpo a cuerpo, pero los cruzados no se limitan a extinguir el mal a corta distancia. Cuando uno de estos guerreros de inspiración divina se une a la batalla, un fuego abrasador y una luz cegadora lo siguen, golpeando a grupos enteros de enemigos que osan resistirse a su castigo.

Historia

«La Cruzada me llama, y por ello acudo».

Los líderes de la armoniosa religión de Zakarum lucharon tiempo atrás por aprisionar a Mefisto, Señor del Odio, bajo el templo de Travincal, e impedirle así para siempre que volviera a retorcer los corazones de la humanidad.

Fracasaron.

No era la primera vez que los Zakarum fallaban: 200 años antes, el clérigo Akkhan descubrió corrupción en el seno de su fe y envió a sus acólitos en una trascendental misión con el fin de purificarla. Los "cruzados" de Akkhan eran jóvenes reclutas, elegidos por su honor y bondad, entrenados en el manejo de armas y magia lacerante, aunque su cualidad más importante era su inquebrantable dedicación a su deber.

Actualmente, la misión de purificación de los cruzados se ha ampliado. Una mera "contención" brinda al mal muchas oportunidades de expandirse, por lo que hay cruzados errantes —a menudo parejas de maestro y aprendiz— que atacan de forma habitual a los demonios de Santuario. Algunos luchan por su sentido de la rectitud, otros con la esperanza de que sus victorias consigan algún día que los Zakarum corruptos vuelvan a ser puros. Cuando el maestro de un cruzado muere, su estudiante adopta sus armas y su identidad… y la cruzada continúa, incluso más allá de la muerte.

Leer la historia del Cruzado

Equipo

Blandir el peculiar escudo de un cruzado requiere un entrenamiento extraordinario, ya que no solo se usan como simple protección. Los cruzados cortan con sus escudos, lanzándolos como jabalinas o aporreando a sus oponentes hasta aturdirlos. A los cruzados también les enseñan a esgrimir cruentos maguales, pesos de acero con pinchos suspendidos de pesadas cadenas. Los cruzados veteranos aprenden a sujetar una gigantesca arma de dos manos con un puño enfundado en malla o a blandir una arma de una mano a una velocidad increíble.

Evolución de la armadura

El equipo de los cruzados novatos permite un mayor alcance gracias a su ligereza. La iconografía de Zakarum muestra de forma destacada la herencia del cruzado, y protege tanto como lo haría cualquier bandera o estandarte.
Los cruzados que invierten tiempo en rebuscar en los campos de batalla se hacen con pesadas cotas de malla y gorjales forjados que protegen las partes vulnerables de su cuerpo que tan atractivas resultan para los colmillos demoníacos.
El legendario cruzado, instalado en su titánica armadura y con su indumentaria cuidadosamente seleccionada, está blindado de pies a cabeza. La vida de un cruzado es una amenaza diaria, y por ello se viste en consonancia.